EL PARTO DE ZOE, UNA CURA PARA MI ALMA

Zoe nació con la luna llena, el 26 de Julio, mismo día de las 40 se...
Un parto y un nacimiento en absoluta intimidad, tranquilos, confiados,
respetados, unidos, emocionados...una cura para mi alma que aún guardaba
cicatrices de mi primer parto.
Viví un embarazo maravilloso, igual que el primero, me encanta sentirme
embarazada...pero esta vez tuve la suerte de estar rodeada, no de una
doula, sino de más de 37.
Un grupo de mujeres sabias, conscientes y deseosas de vivir y acompañar la
maternidad de una manera cercana y especial. Hacíamos juntas la
formación de doula en Barcelona. Empecé el mismo mes que concebimos a
Zoe, sin aún saberlo y todo lo que aprendí, viví y compartí en cada
viaje, me ayudó a creer más en mi, a recuperar la confianza en mi
cuerpo, en mi bebé, en la vida...

Y así mes a mes, llegamos a la noche mágica que nos regaló a
Zoe...llevaba semanas con contracciones suaves, las disfrutaba, me
encantaba sentir que mi cuerpo se ponía en marcha, que algo se estaba
preparando sin necesidad de que nadie indujera o manipulara.

Ese día volví a sentir contracciones, no salimos, comimos en familia y en
un momento de la tarde, por primera vez, miré el reloj. Eran regulares,
cada 15 minutos...la tarde siguió como si nada, sin prestar demasiada
atención.
Por la noche, volví a mirar el reloj, seguían siendo contracciones ...
Sergio acostó a Noah, me duché y me tumbé en mi sillón, pensaba que igual
sería el inicio de una larga noche o igual se pararían en un rato, eran
tan suaves...

Empecé a sentirlas un poco más intensas, las respiraba, gemía...

Sergio se sentó a mi lado, tranquilo, en silencio, me regaló mis caricias
preferidas en los pies y apuntó unas cuantas contracciones en un
papel...eran más de las doce y media

A la una llamamos a las matronas, el parto estaba preparado en casa y
queríamos que supieran lo que estaba pasando. Quedamos en avisar cuando
fueran más seguidas y regulares.

Me levanté al baño y al ponerme en pie, se aceleraron...cada dos, cada
cinco, cada dos...respiraba, respiraba, pero entre contracciones estaba
bien, el recuerdo de mi primer parto era tan diferente, tan dolorosas
las contracciones de un parto provocado, que me costaba creer que
estuviera realmente de parto.

Me serví un vaso de agua fresquita y volví al salón...llamaron las
matronas, una y veinte... ya venían para casa...me tumbé en el sillón de
nuevo, pensando...pero para qué vienen tan pronto, aún queda mucho...
La siguiente contracción me obligó a ponerme a 4 patas en el suelo, sobre
la alfombra y a partir de ese momento, no pude moverme más...ni beberme
el vaso de agua fresquita que me acababa de servir.















Una fuerza imponente se apoderó de mi cuerpo, como un barquito de papel en
medio de la tempestad, sacudida por las olas, sin tregua, una y otra y
otra, de rodillas en el suelo, apoyada en mi sillón, gimiendo,
aullando...oí ladrar a los perros, ya están aquí pensé.

Eran las dos menos diez cuando llegaron las matronas, entraron en silencio,
mi cuerpo poseído por la fuerza de la vida abriéndose camino, empujaba,
no las ví, ni las oí, discretas, respetuosas...mujeres comadres sabias y
dulces. Se rompió la bolsa y a las dos y doce, nacía Zoe.
No me había quitado ni las bragas que aún seguían en mis rodillas, ni me
había podido beber el vaso de agua, ni encender la cámara, ni llenar la
bañera de partos, nada...de todo lo que preparamos no me dio tiempo de
usar nada...sólo buscar la postura que mi cuerpo me indicó y dejarme
llevar.
Me la dió Sergio, emocionado, alucinado, nunca olvidaré su cara de papá
feliz, había sido tan rápido, tan fácil, tan bien...sin desgarros,
puntos, prisas ajenas, ni nervios. Ahí estaba Zoe, preciosa, sana,
rosadita, por fin en nuestros brazos.
Qué maravilla, qué privilegio...estar en casa, ducharme, acostarnos en
nuestra cama juntitos los cuatro...me siento agradecida a la vida por
permitirme vivir esta experiencia, a Sergio por apoyarme sin miedo y por
creer en mi, a Zoe por elegirnos, a Noah, porque con él descubrí la
maravillosa maternidad, por ser tan encantador y especial, a mi familia
por respetarnos y apoyarnos y a nuestras matronas, Olga y Antonia, no
pudimos elegir mejor, tenían que ser ellas y estarán para siempre en
nuestros corazones.

GRACIAAAAAAS!




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